Estaba preparando una práctica de entrevista con un alumno.
Antes de cada simulación, siempre pido algo clave: que completen un formulario con preguntas típicas de entrevista.
Este paso me permite detectar rápidamente cómo responden, qué puntos fuertes tienen, y sobre todo, en qué están fallando al comunicar su valor.
Y aunque en la entrevista profundizo en todo esto, lo que escriben inicialmente ya dice mucho.
Mientras revisaba las respuestas de este alumno, me detuve a reflexionar en algo que veo con frecuencia:
Muchas personas creen que se saben vender en una entrevista.
Y la realidad es que no.
Fallan… pero ni siquiera se dan cuenta.
Te lo voy a mostrar con un ejemplo real.
Pregunta:
¿Qué pensarías si le dan el cargo que tanto esperabas a otra persona?
Esta pregunta no es casual. Evalúa aspectos muy relevantes para cualquier empresa:
- Capacidad para afrontar la frustración
- Madurez emocional
- Habilidad para autoevaluarse y seguir mejorando
Ahora mira algunas respuestas que suelen dar muchos candidatos (por supuesto, nunca muestro nombres ni datos personales):
- Me frustraría
- Sentiría desilusión
- Pensaría que la otra persona estaba mejor preparada
- No era para mí
- Que en algo fallé
- Me sentaría mal, pero lo aceptaría
En apariencia son respuestas sinceras.
Pero todas tienen algo en común: no transmiten aprendizaje, ni evolución, ni inteligencia emocional.
Ahora compáralo con esta otra respuesta:
Candidato B:
«Ya me ha pasado antes. Y aunque no se siente bien, aprendí a ser empático con quien toma la decisión. También he estado del otro lado. Entiendo que si esta vez no se dio, es porque aún tengo margen de mejora. Por eso, suelo pedir retroalimentación y trabajar las áreas de oportunidad que detecten en mí.»
¿Notas la diferencia?
Este candidato no solo responde con madurez, sino que proyecta autoconocimiento, resiliencia y voluntad de mejora.
No se queda en la emoción inicial. Muestra que sabe transformar una experiencia negativa en aprendizaje.
Conclusión:
En una entrevista no basta con responder. Hay que comunicar inteligencia emocional, criterio y proyección.
Y todo eso se entrena.
Por eso, si estás preparándote para una entrevista, no te enfoques solo en qué hiciste o qué lograste.
Piensa también cómo lo cuentas. Porque eso marca la diferencia entre parecer uno más… o destacar como un verdadero profesional.